En la jerga del electricista, todos sabemos lo que significa una instalación hecha «a lo criollo»: esa que se resuelve con “lo que hay”, sin planos, sin cálculos, sin respetar normas… pero funcionando.
La pregunta que muchos evitan hacer es:
¿Es realmente segura?
Cuando la experiencia reemplaza la normativa
Instalaciones sin puesta a tierra, empalmes con cinta aisladora en lugar de fichas, tableros sin diferenciales, cables pelados corriendo por zócalos…
Para algunos es ingenio, para otros una bomba de tiempo.
Pero en muchos barrios, galpones, casas y hasta locales comerciales, estas prácticas siguen siendo lo más común.
El costo de ahorrar en materiales y mano de obra
Hacerlo “a lo criollo” suele implicar:
- No usar canalizaciones adecuadas.
- No respetar secciones de cables.
- Eliminar protecciones para “no gastar de más”.
- Omitir la documentación técnica.
¿Resultado? Instalaciones que funcionan… hasta que fallan. Y cuando fallan, no solo se pierden electrodomésticos: puede haber víctimas.
¿Negligencia o adaptación al bolsillo del cliente?
Muchos electricistas afirman:
“No es que no quiera hacerlo bien, es que el cliente no lo paga”.
Y es ahí donde aparece el dilema ético:
- ¿Hacés lo que podés con lo que te dan?
- ¿O te negás a hacer algo que sabés que está mal, aunque pierdas el trabajo?
Seguridad no es un lujo, es un derecho
La norma AEA 90364, el REBT, y el sentido común indican cómo deben hacerse las cosas. Pero en la práctica, muchos trabajos quedan a mitad de camino entre lo técnico y lo criollo.
¿Y vos qué opinás?
- ¿Hiciste o te tocó corregir instalaciones “a lo criollo”?
- ¿Te parece que son una solución temporal o un riesgo inaceptable?
- ¿Quién tiene más culpa: el que las hace o el que las acepta?
Dejá tu experiencia en los comentarios. Este es un tema que todos en el gremio enfrentamos.