¿Comodidad o control total? Esa es la pregunta que muchos electricistas y técnicos se hacen cuando se trata de elegir entre tableros eléctricos prefabricados y los que se arman directamente en obra.
En los últimos años, los tableros armados en fábrica han ganado terreno gracias a su rapidez de instalación, estética profesional y cumplimiento (en teoría) de normas. Vienen cerrados, cableados y listos para montar. Pero… ¿eso garantiza que están bien hechos?
¿Qué estamos sacrificando cuando confiamos ciegamente en un tablero de catálogo?
Lo polémico viene acá: muchos electricistas coinciden en que algunos tableros prefabricados usan materiales de segunda línea para reducir costos, o que están armados por operarios sin conocimientos eléctricos profundos. ¿Resultado? El electricista termina rearmando medio tablero igual.
Por otro lado, el armado in situ permite al profesional elegir marca, calibre, distribución interna, y adaptarse mejor a las particularidades del lugar. ¿Contras? Requiere más tiempo, mano de obra capacitada, y atención al detalle.
¿Qué dice la normativa?
Tanto la AEA 90364 como las normas IRAM permiten ambos métodos, siempre que se cumplan los requisitos de seguridad, se respete el cálculo de cargas, se garantice la correcta conexión a tierra y se utilicen materiales normalizados.
Ventajas del tablero armado en fábrica:
✅ Instalación rápida
✅ Presentación profesional
✅ Ideal para obras en serie o estándar
✅ Garantía del fabricante (a veces)
Ventajas del tablero hecho in situ:
✅ Total personalización
✅ Control sobre materiales y marcas
✅ Mejor adaptación a viviendas no estándar
✅ Flexibilidad en reformas
Conclusión polémica:
Un tablero armado no es garantía de calidad si no se verifica componente por componente. Y un tablero hecho en obra tampoco lo es si el instalador no está calificado. La clave no está en el método, sino en quién lo arma y con qué criterio.
Y vos, colega… qué preferís? ¿Tablero armado o artesanal? ¿Cuál te dio más dolores de cabeza? Te leemos en los comentarios.